viernes, 30 de mayo de 2014

Tras un ictus es importante realizar actividad física

Puede mejorar la condición cardiovascular, la capacidad de caminar y la fuerza de las extremidades afectas.
El ejercicio es un valioso componente aún infrautilizado en la atención posterior al accidente cerebrovascular, según concluye una declaración científica publicada en “Stroke”, que propone prescribir a los supervivientes la práctica de ejercicio tras comprobar que experimentan pérdida de acondicionamiento físico y pasan a llevar estilos de vida inactivos, disminuyendo su capacidad para realizar actividades de la vida diaria y aumentando el riesgo de otro accidente cerebrovascular.
"Hay una fuerte evidencia de que la actividad física y el ejercicio después del accidente cerebrovascular pueden mejorar la condición cardiovascular, la capacidad de caminar y la fuerza del brazo", afirma Sandra A. Billinger, autora principal de la declaración y terapeuta física en el University of Kansas Medical Center, en Estados Unidos. "Además, investigaciones recientes sugieren que el ejercicio puede mejorar los síntomas depresivos, la función cognitiva, la memoria y la calidad de vida después del accidente cerebrovascular", añade.
Sin embargo, lamenta que "muy pocos profesionales de la salud prescriben el ejercicio como una forma de terapia para el accidente cerebrovascular". "Hay una gran brecha en América entre el momento en que los pacientes con ictus son dados de alta de la rehabilitación y la transición a programas de ejercicios comunitarios cuando van a casa. Muchos se quedan por su cuenta. No tenemos un sistema para ayudar a los pacientes con accidente cerebrovascular a que se sientan cómodos con el ejercicio", argumenta.
La actividad física es el movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que utilizan la energía y el ejercicio es un subconjunto de la actividad física que está planificado, estructurado y se realiza de forma repetitiva para mejorar o mantener la condición física. Los supervivientes de un ictus deben superar varias barreras para realizar ejercicio, como la gravedad de su accidente cerebrovascular, la fatiga, la depresión, la falta de apoyo social, la asequibilidad y la motivación.
"Estos pacientes pueden no saber cómo o no poder permitirse el lujo de aprovechar las ventajas de los programas de ejercicio en sus comunidades, ser incapaces de conducir hasta un gimnasio o no sentirse cómodos yendo a un gimnasio", explica Billinger. "Nosotros, como profesionales de la salud, tenemos que ayudar a los pacientes con ictus a desarrollar las habilidades y la confianza necesarias para comenzar y mantener un programa de ejercicios que incluya ejercicio aeróbico y entrenamiento de fuerza como parte de su atención al ictus", apuesta esta experta.
"La clave para hacer ejercicio es que sólo funciona si se hace de forma coherente", sentencia Billinger. Por ello, algunas de las recomendaciones estatales para la atención posterior al accidente cerebrovascular incluyen adaptar las prescripciones de ejercicio a la tolerancia del paciente, la etapa de recuperación, el medio ambiente, el apoyo social disponible, las limitaciones en la actividad y las preferencias de actividad física.
Minimizar el reposo en la cama en los días inmediatos después del accidente cerebrovascular y que los sobrevivientes se sienten o se paren de forma intermitente, iniciar un programa de entrenamiento cuando los pacientes son médicamente estables para recuperar o sobrepasar los niveles de actividad anteriores a su accidente cerebrovascular y usar programas de rehabilitación que incorporen ejercicio aeróbico, entrenamiento de fuerza, flexibilidad y equilibrio son otros consejos.
La recomendación general es que los supervivientes de ictus hagan ejercicio al menos tres días a la semana durante entre 20 y 60 minutos, dependiendo de su capacidad funcional individual. Muchos sobrevivientes de accidentes cerebrovasculares pueden tolerar mejor múltiples ejercicios de intensidad moderada de 10 a 15 minutos, además de que simples actividades que reconstruyen poco a poco la resistencia y la fuerza, como caminar por el barrio o realizar tareas del hogar, suman beneficios y marcan una diferencia, según Billinger.

domingo, 18 de mayo de 2014

El consumo de fibra ayuda a disminuir el colesterol

Si las personas con síndrome metabólico enriquecen su dieta con una fibra específica podrían, en el futuro, dejar de necesitar medicación. Según un estudio norteamericano publicado en "Molecular Nutrition & Food Research", la fibra no digestible es capaz de reducir el nivel de colesterol y tiene un efecto positivo en la composición del organismo.
Para este estudio, los investigadores de la South Dakota State University usaron una fibra de trigo modificada químicamente, una fécula resistente no digestible. Ochenta y seis adultos de dos colonias huteritas con y sin síndrome metabólico participaron en el estudio doble ciego e ingirieron harina de trigo enriquecida con la fibra en particular.
Todas las facetas del colesterol descendieron en los participantes con síndrome metabólico. Los tipos no-HDL de colesterol se redujeron notablemente, pero el colesterol HDL bueno también descendió. No obstante, los investigadores no lo consideraron un problema porque estudios recientes indicaron que reducir el colesterol malo era más beneficioso que aumentar el colesterol bueno.
Además, la fibra redujo la grasa en el organismo e incrementó la masa corporal magra. Ocurrió lo mismo con todos los participantes, con o sin síndrome metabólico.
En una fase futura, los investigadores desean estudiar los cambios en la expresión genética subyacente asociados a los efectos físicos así como los cambios potenciales en la composición microbiana del organismo causados por la fibra prebiótica.

Tópico a desmontar: el colesterol dietético aumenta el colesterol en sangre

Hace años, se afirmaba la relación entre el consumo de alimentos altos en colesterol y el medido en sangre, alertando sobre sus efectos card...